Reflexiones católicas para vivir la fe en lo cotidiano, desde la mirada de un laico comprometido.

Por Jonny Guerra
12 de octubre de 2025

Cada 12 de octubre la Iglesia nos invita a conmemorar a Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil, cuyo santuario se encuentra en São Paulo, en la localidad de Aparecida.

Su historia nos recuerda el pasaje evangélico de la pesca milagrosa, pues, según las crónicas, cuando el gobernador de São Paulo y Minas Gerais, don Pedro de Almeida y Portugal, iba a pasar por la villa de Guaratinguetá, los pobladores decidieron ofrecerle pescado fresco.

Así fue como tres pescadores —Domingo, Felipe y João— al lanzar sus redes en el año 1717, encontraron una pequeña imagen de terracota de tan solo 36 centímetros, que más tarde sería conocida como Nuestra Señora de la Concepción Aparecida.

Aparecida fue también el lugar elegido por la Santísima Providencia para celebrar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007), la última gran asamblea que ha reunido al colegio apostólico latinoamericano.

Esta conferencia tuvo un espíritu profundamente misionero. En su título VI, El itinerario formativo de los discípulos misioneros, se nos enseña que el encuentro con Jesús se fundamenta en un encuentro sólido con la Santísima Trinidad-Amor:

“La experiencia de un Dios uno y trino, que es unidad y comunión inseparable, nos permite superar el egoísmo para encontrarnos plenamente en el servicio al otro.”

Para vivir este encuentro, es preciso aprender en la escuela de María, como recordaba el papa Benedicto XVI al final del rezo del rosario durante su viaje apostólico con motivo de la V Conferencia.

María es el modelo perfecto de comunión con la Trinidad-Amor. En su historia contemplamos cómo el misterio de Dios se hace cercano, revelándonos un Dios-Amor que ofrece salvación a todos. Ella encarna la máxima realización de la existencia cristiana como “hijos en el Hijo”, y nos enseña, con su fe y obediencia, el camino del verdadero discipulado:

“La máxima realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de ‘hijos en el Hijo’ nos es dada en la Virgen María, quien, por su fe y obediencia a la voluntad de Dios, así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de Jesús, es la discípula más perfecta del Señor.” (V Conferencia, n. 266)Pidamos a la Virgen María, en este mes del Rosario, que nos ayude a encontrarnos con el Dios-Trinidad, para que su gracia habite en nosotros, seamos hijos en el Hijo y demos testimonio de un Dios vivo en nuestra realidad cotidiana.

Nuestra Señora de Aparecida, ruega por nosotros.

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